miércoles, 12 de diciembre de 2012

¿Quiénes fueron los mayas?



LA CONCEPCIÓN DEL TIEMPO DE LOS MAYAS

El sistema calendárico maya se basa en dos cuentas, la larga, cuyo día cero, correspondiente a 13.0.0.0.0. (4 Ajaw 8 Kumk’u), equivale para nosotros con el 8 de septiembre de 3114 a.C. (fecha juliana). Luego medían a través de unidades como el Bak’tun, que representa 400 años. Cada era —actualmente estaríamos en la tercera—, concluía al cumplirse trece B’ak’tunes, que suman 5200 años mayas o 5125 en el calendario gregoriano. Además tenían el calendario de cuenta corta, que integraba el solar y el ritual y partía del mismo día, pero dada su duración (el primero de 365 días y el otro de 260 días), se desfasaban volviendo a coincidir cada 52 años. Como ruedas dentadas girando, estos ciclos se integraban mecánica y simétricamente dentro del cómputo lineal de la cuenta larga.


De acuerdo con la cuenta larga, al finalizar un ciclo de creación se produce una regeneración completa del cosmos y se inicia una nueva época. Es lo que ocurrirá el 21 de diciembre de 2012.

EL TIEMPO ES REDONDO

Gracias a la precisión del calendario, el más perfecto entre los pueblos mesoamericanos, los mayas eran capaces de organizar sus actividades cotidianas, y registrar simultáneamente el paso del tiempo, registrando los acontecimientos políticos y religiosos que consideraban cruciales.
Entre los mayas, un día cualquiera pertenece a una cantidad mayor de ciclos que en el calendario occidental. Al año astronómico de 365 días, denominado Haab, superponían el año sagrado de 260 días, llamado Tzolkin. Este último regía la vida de la “gente inferior”, las ceremonias religiosas, y la organización de las tareas agrícolas.
El año Haab, y el año Tzolkin formaban ciclos, al estilo de nuestras décadas o siglos, pero contados de veinte en veinte, o integrados por cincuenta y dos años.
Establecieron un “día cero”, que según los científicos corresponde al 12 de agosto de 3113 A.C. Se desconoce qué sucedió, aunque probablemente se trate de una fecha mítica.
A partir ese día los ciclos se sucedían. Sin embargo, la repetición dominaba a la linealidad. Podían suceder cosas diferentes al interior de cada período de veinte o cincuenta y dos años, pero cada secuencia era exactamente igual a otra, pasada o futura.

Así lo expresa el Libro del Chilam Balam:

“Trece veces veinte años, y después siempre volverá a comenzar”.

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