lunes, 21 de enero de 2013

Descubren depósito funerario prehispánico en cenotes de Quintana Roo

El cenote de “Las Calaveras”, cerca de Tulum, en Quintana Roo, podría ser considerado como el depósito funerario de la época prehispánica mejor conservado y de mayor concentración de restos humanos, luego de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reportó el hallazgo de 120 osamentas, cuya antigüedad se remonta a los años 125-236 de nuestra era, superando con ello al cenote de Chichén Itzá, Yucatán, que hasta antes de este descubrimiento representaba el de mayor número de esqueletos.

Sin embargo, por las características del lugar es muy probable que se localicen por lo menos 30 más o incluso hasta 200, con lo que también se rebasaría el número de restos humanos localizados en tierra en Tikal, Guatemala, una de las ciudades mayas más grande del periodo Clásico (125-236 d.C.).

Destaca que los restos humanos encontrados en este depósito natural de agua, de 30 metros de diámetro, presentan un perfecto estado de conservación, lo que permitirá el desarrollo de estudios de genética y antropológicos para conocer más a fondo a la antigua población maya que se asentó en esta región, así como para determinar si los cuerpos sufrieron alguna violencia por actividad ritual o la extracción de algún órgano vital, como el corazón, para ofrecerlo como ofrenda a los dioses mayas, además de aspectos como migraciones, salud y esperanza de vida.

Aunque en la actualidad la importancia de los cenotes está asociada con el turismo y el abastecimiento de agua, para los antiguos mayas estos espejos de agua natural representaban entradas a Xibalbá, el mundo de los muertos, por lo que eran usados como cámaras funerarias naturales, lo cual se ha determinado gracias a la presencia de vasijas y animales que acompañan a las osamentas.

Los cenotes también fungían como lugares rituales y fue a partir de los hallazgos de restos óseos que se descubrió que no sólo se inmolaba y arrojaba a mujeres a estos espacios, sino que también se sacrificaban a hombres adultos capturados en combate.

Actualmente, como parte de los rituales se extrae agua de las cavernas más profundas de los cenotes: la sagrada zuhuy-ha, es decir, el agua virgen, considerada así por no haber sido vista por ninguna mujer, ni tocada siquiera por la luz, la cual sirve en diversos rituales, entre los que destaca la ceremonia del ch’a-chak, un culto ancestral que se celebra en tiempo de sequía, pues se trata de una petición de lluvias. Esta ceremonia suele realizarse junto a la boca de un cenote, como sucede en Punta Laguna, Quintana Roo, donde a un costado de la boca del cenote de “Las Calaveras” se encuentra un altar de cruces vestidas con un hipil, el vestido tradicional femenino maya.

El cenote de “Las Calaveras”, cerca de Tulum, en Quintana Roo, podría ser considerado como el depósito funerario de la época prehispánica mejor conservado y de mayor concentración de restos humanos, luego de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) reportó el hallazgo de 120 osamentas, cuya antigüedad se remonta a los años 125-236 de nuestra era, superando con ello al cenote de Chichén Itzá, Yucatán, que hasta antes de este descubrimiento representaba el de mayor número de esqueletos.

Sin embargo, por las características del lugar es muy probable que se localicen por lo menos 30 más o incluso hasta 200, con lo que también se rebasaría el número de restos humanos localizados en tierra en Tikal, Guatemala, una de las ciudades mayas más grande del periodo Clásico (125-236 d.C.).

Destaca que los restos humanos encontrados en este depósito natural de agua, de 30 metros de diámetro, presentan un perfecto estado de conservación, lo que permitirá el desarrollo de estudios de genética y antropológicos para conocer más a fondo a la antigua población maya que se asentó en esta región, así como para determinar si los cuerpos sufrieron alguna violencia por actividad ritual o la extracción de algún órgano vital, como el corazón, para ofrecerlo como ofrenda a los dioses mayas, además de aspectos como migraciones, salud y esperanza de vida.

Aunque en la actualidad la importancia de los cenotes está asociada con el turismo y el abastecimiento de agua, para los antiguos mayas estos espejos de agua natural representaban entradas a Xibalbá, el mundo de los muertos, por lo que eran usados como cámaras funerarias naturales, lo cual se ha determinado gracias a la presencia de vasijas y animales que acompañan a las osamentas.

Los cenotes también fungían como lugares rituales y fue a partir de los hallazgos de restos óseos que se descubrió que no sólo se inmolaba y arrojaba a mujeres a estos espacios, sino que también se sacrificaban a hombres adultos capturados en combate.

Actualmente, como parte de los rituales se extrae agua de las cavernas más profundas de los cenotes: la sagrada zuhuy-ha, es decir, el agua virgen, considerada así por no haber sido vista por ninguna mujer, ni tocada siquiera por la luz, la cual sirve en diversos rituales, entre los que destaca la ceremonia del ch’a-chak, un culto ancestral que se celebra en tiempo de sequía, pues se trata de una petición de lluvias. Esta ceremonia suele realizarse junto a la boca de un cenote, como sucede en Punta Laguna, Quintana Roo, donde a un costado de la boca del cenote de “Las Calaveras” se encuentra un altar de cruces vestidas con un hipil, el vestido tradicional femenino maya.



Por: México Desconocido http://bit.ly/SrasPp

No hay comentarios:

Publicar un comentario